5 días para visitar a Giulietta, descubrir lagos majestuosos, pueblos encantadores y montañas de coral

By Angelica - 11 abril

¿Recuerdan la ruta de 19 días por -algunos de- los mejores destinos de Italia? Fue un viaje tan completo que para compartirlo con ustedes, tuve que dividirlo en dos: Parte 1 y Parte 2.


Lo que quizás no saben, es que esa ruta era aún más ambiciosa y que también incluía las míticas Dolomitas situadas al norte de Italia. Solo que tras hablar con Chiara y Giovanna, logramos "convencer" a Emil de sacarlas del itinerario simplemente porque "el que mucho abarca, poco aprieta".



Como saben, somos unos apasionados de Italia. Así que ver las Dolomitas fue la excusa perfecta para nuestro plan de verano en el 2019. Italia, Italia, Italia. Nos encanta Italia.



¿Aprovechamos estos días de reflexión y gratitud para recordar lo mejor del verano pasado?



Comencemos.



Viernes con V de Verona.



Volamos al aeropuerto de Bergamo y de allí cogimos coche a Verona. Un coqueto Fiat Cinquecento, como ya es tradición  cuando vamos a Italia.



Reservamos una noche en Casapiu Rooms, un hostal con encanto en un edificio antiguo en el centro histórico de Verona. Marco y Moreno, sus dos anfitriones, muy amables, nos dieron un mapa y muy buenas recomendaciones para comer. Dejamos el coche aparcado en una "cochera" tipo película antigua y nos fuimos a recorrer la ciudad.



Llegamos a la Piazza Bra amplia y con sus terrazas. Admiramos la gran Arena de Verona, construida hace más de 2.000 años y diseñada para acoger hasta 30.000 personas, es uno de los anfiteatros romanos más grandes y mejor conservados del mundo. En 1913 abrió sus puertas como espacio al aire libre para la ópera, presentando Aída de Giuseppe Verdi tal como aquella noche de agosto en su famoso Festival de Verano. No compramos entradas. Según Emil, prefería ver La Traviata. 



Verona

La primera parada gastronómica del viaje fue La Tradisiòn, un recoveco sin pretensiones con excelente atención, vinos y aperitivos. Compartimos una ensalada y una tabla de embutidos en maridaje con dos copas de prosecco. ¡Qué bien estar de vuelta en Véneto!


Embutidos y prosecco en La Tradisiòn, Verona
La Tradisiòn, Verona

Atravesamos la Via Mazzini casi en procesión. La ciudad estaba repleta y hacia muchísimo calor. De allí fuimos andando hasta la Casa de Julieta, donde según la leyenda, Romeo y Julieta se declararon amor eterno. Si amas a alguien, debes llevarlo a Verona y es que según Shakespeare "Nada hay fuera de las murallas de Verona, sino purgatorio o el mismo infierno. Ser exiliado de ella es ser exiliado del mundo", aunque las malas lenguas dicen que jamás estuvo allí.

Verona

Tras atravesar un túnel con mensajes de amor pegados con goma de mascar en las paredes, entre empujones, gente y más gente, esperaba pacientemente Julieta que el próximo turista le tocara "una teta" (la derecha, para ser más específicos) en búsqueda de la suerte en el amor. Lo cierto es que no sabemos cómo lo conseguimos pero Emil salió solo en la foto. Recuerdo que Sonia me dijo que entre tanta gente, a ellos les resultó imposible cuando fueron.


La entrada de la Casa de Julieta

 

Asquerosa pared llena de "chiclets" en la Casa de Julieta

¿Románticas notas de amor? 
Procesión hasta Julieta

Turistas en la Casa de Julieta


Casa de Julieta y el legendario balcón

Y Emil finalmente le tocó la "teta"

Echamos el resto de la tarde descubriendo rincones, nos comimos el primer gelato del viaje, saludamos a Dante quien en su día huía de Florencia, subimos en funicular hasta el mirador de la colina de San Pietro con sus vistas alucinantes, bajamos andando, vimos el antiguo teatro romano, atravesamos el Puente de Castellvechio, echamos un ojo en los jardines del Museo di Castelvecchio, caminamos un rato más por la ribera del Adigio y decidimos volver a nuestro alojamiento para descansar un poco antes de nuestra cena.


Gelato en Verona
Capturada por el paparazzi... Emil...

Torre dei Lamberti, Verona
  
Otra vista de la Torre dei Lamberti, Verona

Dante en su exilio
Calles de Verona

Casa de Romeo

Iglesia Santa Maria Antica, Verona

Vistas desde el Mirador de San Pietro

Vistas desde San Pietro

Vistas desde San Pietro

Vistas desde San Pietro

Ponte della Vittoria

Puente de Castelvecchio
  
Puente de Castelvecchio

Museo di Castelvecchio
Balcones venecianos en Castelvecchio
Catedral de Verona

Reservamos una romántica mesa debajo de los arcos de Via Sottoriva, 
en Boccondivino. La comida estaba rica y evocamos recuerdos del verano pasado a través de una ligera y elegante botella de vino espumoso Col Vetoraz Valdobbiadene Extra Dry, la bodega que visitamos en el corazón de Cartizze, "... donde la vid florece eternamente, debajo de las montañas con picos desnudos ...".


Entrada a la ciudad, todo ambientado en Aída

Parte del escenario de Aída


Arena de Verona

Piazza Bra, Verona
Deliciosa cena en Boccondivino, Verona

Deliciosa cena en Boccondivino, Verona


Buenos recuerdos de Valdobbiadene

Babà en Boccondivino

Para cerrar este capítulo, me parece interesante compartir este artículo sobre la "batalla de Véneto" y cómo a través de las medidas correctas, se logró detener el violento brote del covid-19 en esta región. Lectura recomendada.

Día 1 de ruta por el Lago di Garda, prioridades

El Lago di Garda es el más grande de Italia, está rodeado de bosques, pueblos pintorescos con fachadas de colores y atesora un pasado histórico y artístico justo "donde las llanuras alzan la vista hacia los Alpes".

Aunque muchas guías señalan a Sirmione, como el pueblo con más encanto del Lago di Garda, decidimos dejarlo para un próximo viaje. El tema es que viniendo de Verona y en pleno verano, perderíamos mucho tiempo con el atasco. Como dormiríamos en Brenzone, preferimos seguir de largo, parar en Castelletto para desayunar y comenzar nuestro recorrido en Limone sul Garda con su perfume a cítricos, cuestas, balcones venecianos y buganvillas fucsias y moradas. Nos comimos un par de piadinas con speck, un jamón ahumado muy típico en la región del alto Adigio, en Speck Stube al Castèl, un sitio que nos había recomendado una pareja gallega en la cola para montarnos en el avión en Barajas.


Castelletto

Castelleto

Castelleto

Un par de capuccinos en Castelletto
Malcesine y su Castillo

Calles de Malcesine

Limone Sul Garda

Limone Sul Garda

Limone Sul Garda


Ensalada en Speck Stube al Castèl, Limone Sul Garda

Piadinas en Speck Stube al Castèl, quizás fue mucha comida esta vez

Caminamos muchísimo y quizás hubiésemos preferido hacer ese mismo paseo en bici. Nos reconfortó encontrar un puesto de limonadas callejero, nos refrescamos bajo el sol inclemente, caminamos de vuelta, cogimos el ferry de regreso a Malcesine y subimos en teleférico a la cima del Monte Baldo, nos sentimos plenos, purificamos nuestros pulmones y disfrutamos de unas maravillosas vistas panorámicas del Lago di Garda. 

Limone Sul Garda

Callejas en Limone Sul Garda

Limone Sul Garda

Limone Sul Garda

Limone Sul Garda

Limone Sul Garda
Un puesto callejero de limonadas bajo el sol inclemente

Limonadas refrescantes. Emil se tomó dos

Limone Sul Garda

Limone Sul Garda


Teleférico al Monte Baldo

Subiendo al Monte Baldo

Monte Baldo

Monte Baldo, impresionantes vistas del Lago di Garda
  
Libertad

Monte Baldo

Monte Baldo

Monte Baldo

Al bajar, nos perdimos en esas idílicas calles que el pintor austríaco Gustav Klimt inmortalizó en su óleo "Malcesine am Gardasee" en el verano de 1913 y disfrutamos de su divertido Festival de Blues. Aunque Emil tenía en mente en algún momento alquilar un bote y hacer un paseo "sin capitán" (como hicieron Sonia y Anders), finalmente nos fuimos a nuestro hotel e hicimos check-in.

El Malcesine de Gustav Klimt, visto desde el ferry a Limone sul Garda


Festival de Blues en Malcesine

Dormiríamos dos noches en Club da Baia, un hotel boutique regentado por una familia alemana. La ubicación inmejorable.


Brenzone

Vista desde nuestra habitación en Club da Baia

Esa noche cenamos en el Ristorante Giuly, aunque no teníamos reserva y el sitio estaba a tope, nos ofrecieron un par de copas de prosecco mientras esperábamos pacientemente que alguna mesa se desocupara. ¡Qué buen detalle! Sin duda, valió la pena la espera. Comida y trato exquisitos.


¿Esperamos? Sí, claro. ¡Nos quedamos!


Carpaccio di tonno en Giuly, Brenzone

¿Lubina a la sal? "Branzino" en Giuly
Tiramisú en Giuly, siempre queda espacio para el postre

Al volver a nuestro hotel, vimos al dueño pinchando chill-out en la terraza y tragos con buena pinta que salían de la barra. Así que decidimos tomarnos un par de cócteles antes de ir a dormir.


Chill-out en Club da Baia

Día 2 de ruta por el Lago di Garda, ¿vamos a la playa al lago?


Desayuno en Da Baia, con una vista inmejorable al Lago di Garda

Tras disfrutar de un rico desayuno con prosecco incluido, nos fuimos al Parco Baia delle Sirene, un refugio entre olivos, muy familiar, con mesas para picnic y abierto al Lago para disfrutar de un cálido baño en sus aguas serenas y cristalinas que dejan ver las piedrecitas de diferentes tamaños y colores en el fondo. Se paga para entrar (en 2019, 13€ por persona + parking) y toca llegar muy temprano porque el aparcamiento se llena. La única pega es que no aceptaban tarjeta para pagar y ante nuestro déficit de efectivo, nos limitamos a un consumo mínimo. Quizás una botella de agua y una ensalada de frutas para los dos.


Un oasis entre olivos, Parco Baia delle Sirene

Parco Baia delle Sirene

Parco Baia Delle Sirene
  
Lago di Garda en su esplendor

Lo que pudimos comprar con el poco efectivo que teníamos

Parco Baia delle Sirene

Casi al mediodía nos fuimos a Torbole, al otro extremo del lago. Son 45 min sin tráfico, aunque insistimos, solo hay una vía de subida y una de bajada. Por tanto, en verano, toca tener paciencia. ¡Demasiados turistas! Se dice que Goethe sucumbió ante la belleza de esta bonita villa, con su viento y paisaje escénico y la describió como una "maravilla de la naturaleza, un espectáculo encantador". En Torbole nadamos con patitos y con windsurfistas que se mecían entre los vientos de este privilegiado enclave.


Torbole

Torbole

Patitos y Windsurf en Torbole

Comimos en la pizzería Nuova Garda con su ambiente desenfadado y cogimos el coche hasta Riva del Garda, el último pueblo del Lago que visitaríamos en este viaje situado en el punto más septentrional. Con su aire medieval, sus montañas azuladas, su prado verdecito que te invita a tumbarte y a contemplar el atardecer, sirvió de inspiración para muchos escritores entre los cuales, el inglés D.H. Lawrence, dejó dicho que "el Garda es hermoso como el principio de la creación"


Pizzas en Nuova Garda, Torbole
Riva del Garda
Riva del Garda

Riva del Garda

Riva del Garda

Riva del Garda

Riva del Garda

Nos tomamos una resfrescante granita di mandorla, aunque no tan artesana y delicada como en Sicilia y volvimos a Brenzone mientras el sol caía sobre nosotros.


Granita di mandorla en Riva del Garda
Atardecer en Lago di Garda
La vuelta a Brenzone
  
Par de mojitos de "La Pinta", un "chiringuito" con vistas al Lago di Garda en Brenzone


Entre valles bucólicos y lagos "instagrameables"

Muy temprano emprendimos nuestra ruta hacia Las Dolomitas. Una pradera extensa con sus diferentes tonos de verde se difuminaba a sus pies y allí, silenciosa, la iglesia de Santa Maddalena enclavada en el Val di Funes. Era la primera parada del itinerario. Recuerdo la mirada de un viejecito que nos observaba mientras encendía una velita a la Virgen. Después vimos más gente llegar.


En nuestra vía a Las Dolomitas

Santa Maddalena, Valle di Fune

Santa Maddalena

Santa Maddalena

Vistas excepcionales del Parco Naturale Puez Odle, la postal típica de Las Dolomitas

No es el Fuji, son las montañas de Dolomiti
Santa Maddalena

Cientos de fotos de postal, Las Dolomitas

Santa Maddalena
Desayunamos una brioche y un trozo de strudel en un cafecito que nos pilló de paso mientras comenzaba a llover. Tradiciones austriacas de vidas pasadas en el corazón de Bolzano.


Desayuno en Santa Maddalena

Las Dolomitas comprenden un territorio inmenso que se extiende por cinco provincias y tres regiones de Italia. Necesitaríamos semanas para detenernos en cada pueblo y descubrir sus rincones.

Nuestra idea era visitar el famoso Lago di Braies, "la joya de los lagos dolomíticos" pero no contábamos con que cerraba el acceso a coches particulares de 10h00 a 15h00. 


Coches devolviéndose en la vía al Lago di Braies
Otra opción para entrar al Lago di Braies, pequeña cola en autobús

Así que sin tener mucha información, paramos en un hotel/restaurante que estaba a la vuelta y nos dijeron que si comíamos allí, nos darían un pase para entrar al lago. Teníamos hambre, queríamos ver el lago. ¿Por qué no?


El pase que finalmente conseguimos para el parking del Lago di Braies

Expectativa versus realidad. Se me ocurrió pedir raviolis de patata rellenos de speck y para mi sorpresa eran fritos. Parecían empanaditas. No estaban mal pero no era lo que esperaba. El plato de Emil estuvo rico y nos pedimos un trozo de strudel que parecía más un bizcocho. La atención fue esmerada y obtuvimos lo que queríamos, el pase para entrar al parking del lago.


Raviolis de patata en Hotel Edelweiß, Lago di Braies
El plato de Emil en Hotel Edelweiß
Un strudel diferente en Hotel Edelweiß


Allí estaba ante nosotros, el famoso "Lago de Instagram". Aunque quizás a simple vista no lucía tan esmeralda como lo imaginábamos quizás porque la luz del sol generaba ese efecto a una hora específica del día, o porque debíamos alquilar una romántica (y costosa) barquita para ver el lago desde adentro o porque quizás en las fotos que habíamos visto, los filtros acentuaban su verdadero color. 



Lago di Braies

Lago di Braies
   
Lago di Braies
Lo que importaba era estar allí, así que emprendimos el "giro del lago", una ruta circular que se recorre en una hora y media y nos fuimos enamorando cada vez más de ese prodigioso enclave natural.

El giro del Lago di Braies

Lago di Braies


Lago di Braies
Lago di Braies
  
Lago di Braies

Al terminar "el giro" del Lago di Braies
De camino a nuestro hotel en Misurina, hicimos una parada muy corta en el Lago di Landro. Muy bonito, también. Nos quedó para un próximo viaje el Lago di Resia con su iglesia sumergida, una de las recomendaciones de Giovanna. Era desviarse demasiado y no teníamos tiempo (para variar).


Lago di Landro

Finalmente llegamos a Quinz Locanda Al Lago, un hotelito con cabañas preciosas con vistas al lago di Misurina y una pizzería familiar. ¡Buenas noches!


Lago di Misurina


Cena en Quinz Locanda al Lago, Misurina

Trekking a Las Tres Cimas de Lavaredo y la mejor tarde de spa

Recuerdo que la foto del lago Misurina que tomé esa mañana parecía un óleo recién pintado. Un espectáculo de pinceladas entre nubes difuminadas, árboles que se elevaban al cielo azulito y su reflejo en el agua calmada y preciosa. De postal.


Lago di Misurina, no es que sea una virtuosa... pero la foto quedó de postal ;-)

Después de desayunar y hacernos un bocadillo con lo que compramos en la panadería de la esquina, cogimos el autobús a Rifugio Auronzo (4€/persona) e iniciamos nuestra travesía por el sendero 101 a Rifugio Locatelli


Desayuno básico en Quinz Locanda al Lago, antes de empezar nuestra ruta de trekking

Allí estaban las Tres Cimas dominando la parte alta de la "perla de las Dolomitas" entre niebla, viento, frío y la amenaza de que en cualquier momento comenzaría a llover. Es cierto que no estábamos preparados pero teníamos las ganas y... resiliencia.

Nos encontramos una pequeña iglesia, vimos vaquitas, caballos, prados verdes, florecitas silvestres, restos de nieve, un continente de rocas de diferentes tamaños y formas, cielos azules y grises, elevamos nuestra conciencia con el mantra "Om mani padme hum" y tomamos el sendero 105 (circular) de regreso a Rifugio. 


Iglesia en la ruta de las Tres Cimas de Lavaredo

En la ruta de las Tres Cimas de Lavaredo

En la ruta de las Tres Cimas de Lavaredo

Lagos en la ruta de las Tres Cimas de Lavaredo

Resiliencia... Tres Cimas de Lavaredo

¡Vamos Emil! Tú puedes jejejeje

En la ruta de las Tres Cimas de Lavaredo

En la ruta de las Tres Cimas de Lavaredo

En la ruta de las Tres Cimas de Lavaredo, Om Mani Padme Hum
Hubo tramos difíciles, veías caer las piedrecitas por el desfiladero, algunas subidas que quizás nos exigían más de lo que podíamos dar, pero saboreamos el logro y nos sentimos afortunados cuando el autobús que volvería a Misurina estaba a punto de abandonar la parada y conseguimos tomarlo. Terminamos nuestra aventura en unas cuatro horas y media. Ni tan mal.

¿Ven el estrecho sendero? Sí, por ahí pasamos

Ya casi llegamos... ¿a la mitad del camino?

Florecitas silvestres en la ruta de Las Tres Cimas de Laveredo

En la ruta

¿Emil? Casi cree que lo hice yo con piedrecitas

Las mismas piedrecitas a lo lejos

Rifugio Lavaredo

Se ve lejos, pero allá llegamos

Senderos y más senderos

¿Qué dirección debemos tomar?

Las Tres Cimas

Más florecitas silvestres

A que no me ven...

Pues sí, también caminamos por ese estrecho sendero. Somos seres minúsculos ante tanta grandeza

¿Ahora sí ves a las pequeñas personitas caminando?

Lo que aún quedaba del invierno pasado

Llegando al Refugio

Ahí están las Tres Cimas de Lavaredo
  
Impetuosas montañas de coral

Otro pequeño sendero, que también recorrimos
  
Reflejos en el agua

Impresionantes vistas y senderos de vértigo

¿Cuánto falta?
  
¿Me ves? Pues yo estaba viendo las piedritas cayendo lentamente por el despeñadero

Falta menos

Vaquitas preciosas
A lo lejos el Lago Misurina

Vaquitas relajadas en la ruta

Justo a tiempo, el autobús de regreso

Volvimos a nuestro hotel y nos preparamos para ir al exclusivo Spa que habíamos reservado en Cortina d'Ampezzo. Siendo un área de relajación y disfrute de lujo, con sus afamados resorts de ski que en el verano son un refugio de la normalidad para quienes pueden permitírselo, imaginamos que la experiencia sería irresistible (y probablemente la mejor y la más costosa que hayamos pagado hasta ahora).

El Spa Rosapetra era un derroche de glamour y estilo. Nos relajamos en su piscina, su baño turco y su sauna, respiramos aire puro con vistas a sus montañas rosa pálido en la que inspira su nombre, relajamos nuestros cuerpos cansados del trekking y dejamos fluir nuestros pensamientos que se desvanecían ante ese momento de perfección, casi levitando entre cada estímulo. El m-e-j-o-r masaje de mi vida. EL MEJOR. Terminamos la sesión con una delicada degustación y una sonrisa que transmitía bienestar y paz.


Emil relajado en Rosapetra, quizás la única foto que tomamos

Salimos flotando del spa y nos fuimos a callejear por Cortina, esta pintoresca ciudad alpina que acogió en el año 1956 los VII Juegos Olímpicos de Invierno y que será nuevamente sede de los Juegos Olímpicos de Milán-Cortina d'Ampezzo en el 2026.


Cortina D'Ampezzo

Cortina D'Ampezzo

Cortina D'Ampezzo, ciudad olímpica

Cenamos en Il Vizietto di Cortina, aunque parecía turístico y no teníamos reserva, nos recibieron con mucha amabilidad. Pedimos el típico estofado de ciervo cocido a baja temperatura con polenta y un risotto, siendo "arrocera" no me perdonaría dejar Italia sin comerme un buen risotto. La comida estuvo correcta pero confirmo que mi debilidad sigue siendo la cocina del sur de Italia. Y es que nuestros amigos italianos dicen que mientras más al Sur, mejor se come. Tienen razón.


Ciervo estofado y polenta en Il Vizietto di Cortina


Risotto en Il Vizietto di Cortina

Al día siguiente emprenderíamos una arriesgada ruta de tres horas y media en coche hasta Žaga, en Eslovenia. Un viaje que prometía aventura, estupor, adrenalina, casualidades, naturaleza y, más adelante, una salpicada de Croacia.

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1 comentarios

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