Verde que te quiero verde, casi 3 días en Eslovenia

By Angelica - 12 abril

Casi tres días en Eslovenia, ¿por qué tan poquitos? 

Como saben, veníamos del norte de Italia y nuestro próximo destino era la región de Istria en Croacia. Lo decidimos así. Como siempre, nos faltaron días.

Día 1. Caminos serpenteantes entre bosques verdes, emociones y enamoramiento

Nos despedimos del Lago de Misurina y emprendimos nuestra aventura a Eslovenia. En principio, Google Maps nos daba dos rutas: Una a través de Austria y otra por Italia hasta Žaga, el punto más cercano al río Soča que habíamos identificado en el mapa. Escogimos la segunda.


Hasta la próxima, Lago de Misurina

En la vía, nos dimos cuenta que habíamos olvidado el cable del iPhone en el hotel. Sabíamos que ante la necesidad imperiosa de usar el GPS, eventualmente nos quedaríamos sin batería. Así que nos detuvimos en Villa Santina, una pequeña población de la provincia de Udine. Nos quedaba justo a mitad de camino, buscamos el cable -sin éxito- y aprovechamos de ver dónde podíamos desayunar. 

Nos llamó la atención un local acogedor que hacía esquina, Caffè Nuovo. Entramos, pedimos un par de brioches y "due cappuccini". Todo estaba buenísimo y la atención fue excepcional. ¡Nos encantó! 


Delicioso brioche relleno de crema en Nuovo Caffè

Probablemente después compramos la viñeta en alguna gasolinera. De hecho, compramos la de Austria y la de Eslovenia. En Croacia creo que no hizo falta, solo se pagaban peajes. Parece que, dependiendo del país, solo es obligatorio cuando conduces en autopistas y autovías.

Continuamos nuestra travesía hacia Eslovenia y Google Maps se empeñó en llevarnos por las carreteras más sinuosas y escarpadas que habíamos visto hasta ahora. Mezquinas, de vértigo, donde aun teniendo un Cinquecento era difícil imaginar que cabían dos coches. Silencio. Concentración. Típica hora que se te hace eterna entre el precipicio, el frondoso pie de la montaña y los árboles verdes que se entrelazaban casi en las nubes y te arropaban con su sombra impasible.


En la vía, de Italia a Eslovenia


Finalmente, llegando a la península de los Balcanes. ¿Sabías que Eslovenia fue parte de Yugoslavia hasta que declaró unilateralmente su independencia en 1991, desatando la "guerra de los diez días"?

De pronto parecía despejarse la vía y aunque las curvas pronunciadas eran la nueva "normalidad", comenzamos a ver intersecciones, coches e incluso a lo lejos, un hotel. Aparcamos y vimos que en el lobby había una pequeña agencia de viajes, preguntamos por las excursiones de rafting y kayak en el Río Soča y tras un par de llamadas nos consiguieron hueco en un grupo que ya estaba en el punto de encuentro. 

El precio por persona para la aventura del Kayaking era de 55€/persona, incluyendo vestuario, kayak, pala, casco, un guía y el transporte desde el hotel hasta el punto de encuentro y viceversa. Miha, el chico de la agencia, nos preguntó de dónde éramos e inmediatamente nos habló de Carolina y José, una pareja venezolana que trabajaba en el hotel. 

Según las estimaciones, hasta mil personas de ascendencia eslovena viven en Venezuela y los primeros inmigrantes desembarcaron en Puerto Cabello en los periodos post-guerra. Carolina nos comentó que el gobierno esloveno facilitaba la repatriación a Eslovenia de venezolanos de origen esloveno o eslovenos con residencia en Venezuela, debido a la crisis que enfrenta nuestro país. ¡Qué coincidencia encontrarlos! Como había cierta "confianza" (de hace 5 minutos) aproveché de dejar cargando mi móvil convaleciente mientras nos aventurábamos en los rápidos del Soča.

Conocimos a Enej, un jovencito universitario que cada verano visita a sus padres justo ahí en una pequeña villa junto al río y ahorra algo de dinero trabajando como guía. También conocimos a los dos hermanos que harían el paseo con nosotros. Procedentes de Israel, emprendieron un viaje de "chicos" con su padre para descubrir la naturaleza en Eslovenia. Muy divertidos y amigables.

Ahí estaba yo. Prisionera por voluntad en un kayak, sin saber nadar y sin haber comprendido los 15 minutos de clase intensiva que nos había dado Enej en su perfecto inglés. Y es que la pala, esa pala negra y amarilla que veía por primera vez sumergida en las aguas frías y turquesas del Soča, se supone que me ayudaría a cambiar de rumbo para no enredarme en los salvajes, espinosos y malévolos manglares que me esperaban ansiosos a cada lado del río, me impulsaría hacia delante, me ayudaría a disminuir la velocidad cuando la corriente insistiera en ir más y más rápido, quizás me serviría para girar y no volcarme de cabeza en el río con sus grandes y filosas piedras o tal vez me haría falta para remar hacia atrás.


Mi cara de... ya no me puedo echar pa' trás
EsLOVEnia, el único país que comprende la palabra "LOVE" en su nombre
Una de las pocas cosas que recuerdo es a Enej diciendo "si el kayak se va contra los manglares, NO sujeten las ramas, bajen la cabeza y déjense llevar". Minutos después, ahí estaba yo, sujetando ramas, arañándome las manos, volcando mi kayak contra las piedras, provocando moretones en varias partes de mi cuerpo, aguantando la respiración y deseando llegar al final del recorrido cuanto antes. Por supuesto que no me lancé de cabeza al río (como hicieron los hermanos o hasta el mismo Emil), tampoco me lancé por el "tobogán" natural y solo me eché un baño de medio cuerpo para aflojar los calambres en las piernas aunque el agua estaba fríaaaa. Brrrrrr.

Aunque quizás no me ven, yo soy la que está a la izquierda enredada entre manglares

Kayak en Río Soča

¿Lo conseguiré?

Yujuuuu, al menos 5 segundos pa' la foto

Emil cómodo

Los simpáticos hermanos israelitas


Aquellas experiencias en kayak que recordaba en las calmadas playas de Nerja no se comparaban con hacer kayak en los rápidos de un río despiadado, precioso pero a la vez cruel. Digamos que hice el "check", pero esa "Lara Croft" (como me llamaba Emilio Pulgar hace como 10 años) ahora prefiere hacer senderismo y paseos menos arriesgados.


Disimulando pa' la foto

Si se preguntan por Emil, la pasó bien, estuvo sonriendo durante todo el paseo (incluso mientras a mí me revolcaba la corriente del río...). Su experiencia más "acojonante" del viaje, ocurriría el día después.


Colores impresionantes en el Río Soča

Relajados después del Kayak
Río Soča visto desde arriba
Llegamos al punto de origen sobre las cuatro de la tarde, con hambre (ya la brioche que nos habíamos comido casi a las 11 se había desvanecido con tanto susto en el agua). Tomamos un par de fotos, nos despedimos del grupo, recuperamos el móvil con 100% de carga y nos llegamos a Bovec, un pequeño "campamento" en el corazón de los Alpes Julianos, con escasas calles enmarcadas en la grandeza de "las tres cabezas", la Montaña Triglav, el pico más alto de Eslovenia con 2.864m.


Artesanos locales en Bovec

Para nuestra fortuna, habían cuatro puestos de maderita que vendían comida sostenible en la plaza del pueblo. ¡Qué maravilla! Y es que Eslovenia es uno de los países más verdes de Europa. Un país silencioso que puede pasar desapercibido junto a vecinos sobre-explotados turísticamente como Croacia, es un paraíso para quienes buscan naturaleza, tranquilidad, riqueza gastronómica, aire fresco y a la vez, aventura.
Foto a... ¿la mitad del kiosko?

Nos llamó la atención el kiosko de "Cuisine of local treats". Dos cocineros de corazón, padre e hija, compartiendo su pasión por la cocina de Km0, allí tan entusiastas, tan amables, tan talentosos. ¿La comida? Wowwwww. Qué rica. Sabores únicos, deliciosos, irresistibles. Probamos 15 variedades de setas ecológicas en una misma ración, albóndigas artesanales de cordero, frika y polenta. Probablemente la mejor comida del viaje.


La mejor comida del viaje en Bovec
El subidón que necesitábamos antes de nuestra próxima parada, el precioso Canyon Ucja y de allí iniciaríamos un viaje de poco más de dos horas hasta nuestro alojamiento en Bohinj. Nos habían advertido sobre conducir por esta carretera de noche, sin embargo ya habíamos vivido lo peor y, eventualmente, llegaríamos a la autovía y unos minutos después a nuestro guest house en medio del campo, que también albergaba una pizzería que parecía tener mucha vida. Hicimos check-out y a dormir.



Canyon Ucja
  
Canyon Ucja

Canyon Ucja
El Soča en su esplendor

Preciosos colores
Se nos hizo de noche de camino a Bohinj 

Día 2. Bohinj y Bled, dos lagos de fábula.

Desayunamos como campeones en nuestro hotelito. Un desayuno excepcional, con frutas, zumo natural, embutidos, queso, panecillos, huevos, creo que hasta un trozo de bizcocho. Nos atendió una chica muy amable, de cabello muy corto, embarazada. Probablemente ya su peque esloven@ tendrá unos cuantos meses.


Desayuno imperial en Guest House Pr'Košnik

Cogimos coche hasta el Lago Bohinj, el lago más grande de Eslovenia. Un remanso de paz en pleno Parque Nacional de Triglav. Ese día era festivo en Eslovenia, así que los alrededores del lago estaban repletos de gente. De hecho, había una competición de piragüismo de niños. Era divertido escuchar a los padres animando a sus críos quienes remaban con una naturalidad increíble.


Zlatorog, la gamuza de los cuernos de oro que custodia el tesoro escondido

Piragüismo en el cristalino Lago Bohinj
Foto "artística"

Lago Bohinj

Lago Bohinj

Lago Bohinj
  
El Lago Bohinj y los Alpes Julianos

Lago Bohinj

Después de tomar unas cuantas fotos, decidimos alquilar un par de bicis para subir a la cascada de Slavica, con más de 78 metros de altura donde "las nubes beligerantes han desaparecido de los cielos, la guerra de los hombres ha terminado con la noche y el sol de la mañana tuesta las copas de los árboles que se elevan". Eslovenia es turismo sostenible, además, usaríamos bicis en perfecto estado con cascos, un paseo tranquilo en una vía civilizada, donde los conductores respetan a los ciclistas, la oportunidad perfecta para disfrutar de la vista panorámica del lago turquesa, cristalino y los majestuosos Alpes Julianos, iríamos a nuestro ritmo, sin prisas. Slow life. Nada podría salir mal, ¿o sí?


Subiendo a la cascada Slavica

Lago Bohinj

Vamossss

Cascada Slavica

Algún buen samaritano nos hizo la foto en la Cascada Slavica

Finalmente y después de superar unas cuantas cuestas empinadas, llegamos a Slavica, nos hicimos un hueco entre la gente para tomar fotos, nos detuvimos, pensamos. "¿Te imaginas que todas estas personas pudieran ver el Salto Ángel?" Slavica era preciosa, sin duda. Pero, el Salto Ángel es sublime, majestuoso, inalcanzable. Es la cascada más alta -y bella- del mundo. Ojalá algún día nuestro país sea una potencia de turismo. ¡Tenemos tanto por ofrecer!

Así que después de suspirar y soñar con una Venezuela libre, comenzamos el descenso... en bici. Esas mismas cuestas que recordaban una intensa clase de spinning en montaña ahora eran pronunciadas bajadas donde, por instinto, lo mejor es ir "aguantado", alternando los frenos de la bici para reducir la velocidad. 

Para mi sorpresa, Emil me pasó por el lado izquierdo volando. No sé en qué estaba pensando, yo creo que quería llegar el primero aunque sentí un sustico y pensé "Dios mío... Emil va como loco". Quizás a menos de un kilómetro, en una intersección, lo encontré adolorido y sonriente a la vez (normal en Emil), levantándose del suelo, con la rodilla y las manos raspadas. Dice que unas personas que venían en un coche justo detrás de él, se detuvieron cuando lo vieron cayendo estrepitosamente de la bici, le preguntaron si sobreviviría, él se rió y siguieron.

Llegamos al pueblo en cámara lenta, devolvimos las bicicletas. Afortunadamente el daño era "menor" y pedimos asistencia en una ambulancia local que vigilaba la competición de los niños, para desinfectar y cubrir las heridas de Emil. Gracias a Dios no hubo esguince, fractura, golpe en la cabeza con una piedra, deslizamiento por el barranco, arrollamiento... Solo quedó una pequeñísima cicatriz que espero le sirva de escarmiento para una próxima vez. Lo mejor es lo que pasa.


Gracias a Dios, Emil siempre sonríe -aunque sufría en silencio y de vez en cuando se quejaba-

Rodilla, pudo ser peor

Sin palabras...

De allí nos fuimos al idílico Lago Bled, quizás la estampa más famosa de Eslovenia a tan solo 27 km del Bohinj. La única isla natural del país emerge en el centro del azul profundo del lago Bled y atesora una bonita iglesia de origen medieval con su "campana de los deseos", sus leyendas y sus 99 escalonesSe llega en pletna, la barquita de madera típica donde pueden viajar hasta 18 pasajeros por unos 15€/persona.


Eslovenia verde
"Pletna", la barca típica que te lleva hasta la Isla de Bled
La Isla de Bled, de postal

Aparcamos el coche y caminamos hasta el centro de la ciudad. Nos detuvimos a comer en Vila Adja, una bonita casa con vistas al lago. La comida estaba riquísima, aunque la atención no fue tan esmerada. Recuerdo que tardaron muchísimo en tomarnos la orden y traer la comida. Al menos me regalaron una rosa. Bueno, tres. Dos señoras que estaban comiendo en la mesa de al lado me obsequiaron las suyas porque se iban a echar un baño en el lago después de comer.


Comida típica en Vila Adja

Estando vacía la mesa en primera línea, no sé por qué no nos la dieron


Comida típica en Vila Adja
En Bled

Con mis rosas anaranjadas en Bled

Bled

Para bajar la comida, caminamos alrededor del lago y más adelante, encontramos el emblemático Hotel Park, donde hace más de 60 años se inventó la famosa "tarta de Bled" o kremšnita. Parece una milhojas con muuuuucha crema. Estaba rica pero una fue suficiente para dos (por las calorías y por la cuenta...).


La famosa tarta de Bled

Continuamos con la vuelta al lago, tomamos muchas fotos, vimos el castillo a lo lejos y cuando la tarde estaba al caer, cogimos coche para ir a nuestro glamping. Glamping significa "camping" con glamour. Eslovenia era el mejor lugar para vivir esa experiencia.
  
La vuelta al Lago Bled

Un refrescante baño en el Lago Bled

Lago Bled
  
Emil bautizó esta foto como "Dora... la exploradora"

Preciosa y típica postal de Bled 
Vista desde otro ángulo


A lo lejos, el Castillo de Bled

En ECO River Camp Globoko, tienes diferentes opciones que van desde escoger tu "spot" en un área de libre acampado si llevas tu propia tienda hasta las exclusivas "Tiendas Deluxe Glamping con patio". Para ser la primera vez, la segunda fue nuestra mejor elección. La tienda era súper coqueta y cómoda, una cama de madera tamaño King, dos almohadas suaves, un nórdico por si hacía frío, un par de mesitas de noche, un banco, una bombilla colgante de luz tenue que solo se encendía en la noche con la energía solar acumulada durante el día y una pequeña mesa con dos sillas en la terraza con vistas al prado verde y con la corriente del Río Sava a escasos pasos susurrando palabras de amor. 


Nuestra "lujosa" tienda de acampar

Con mosquitero y todo
Nuestra terraza

Río Sava

Río Sava

Experiencia glamping, ¡recomendada!

Los baños eran compartidos y el agua era templada. La poca energía que se acumulaba durante el día (si hacía sol, en días de lluvia se complicaba la cosa) se usaba para encender luces en la noche, cargar móviles en la cocina y calentar el agua.

Había una caravana vintage, el "Rex's Bar" de la familia eslovena Aspinall que servía bellinis y otras bebidas espirituosas con música de fondo mientras el ambiente se ponía cada vez mejor alrededor de la hoguera. Conocimos a dos amigas de origen asiático que viajaban juntas por Europa, una de ellas vivía en New York y la otra estaba trabajando en Italia y a dos universitarios holandeses, muy jóvenes e inteligentes. Entre anécdotas interesantes y divertidas, decidimos irnos a dormir. Al entrar en nuestra tienda, comenzó a llover. Lluvia, tierra mojada. Era justo la experiencia que habíamos imaginado.


Par de Bellinis en Rex's Bar, una caravana vintage iterante

Día 3. Un par de horas en Liubliana, "el escondite secreto en el que confían los desesperados"

Cuando publiqué alguna historia en mi IG sobre Liubliana, Carola me escribió enseguida "Chama, ¿fuiste por el libro? Quiero ir por el libro jejeje". Yo respondí con una pregunta (con la misma sensación de ignorancia que nos avergonzó a Emil y a mí aquella noche en la galería de Machana cuando una artista caraqueña muy refinada nos preguntó con asombro... "Gego, ¿no saben quién es Gego?"), "¿cuál libro". "Liubliana", respondió Carola, "...de Eduardo Sánchez Rugeles. Te lo recomiendo".

Pues sí, se trata de una novela coral publicada en 2012 que consagró a este joven escritor venezolano que se dio a conocer en 2010 con la obtención del Premio Iberoamericano de Novela Arturo Uslar Pietri por su obra Blue Label/Etiqueta Azul.  ¡Qué interesante!

Esa mañana tras ducharnos con agua helada casi a la misma velocidad a la que iba Emil cuando se cayó de la bicicleta y después de disfrutar de nuestro delicioso desayuno ecológico, abandonamos el glamping y conduciríamos casi una hora hasta el corazón de Eslovenia, su capital.


¡Llegó el desayuno!

Delicioso desayuno ecológico

Liubliana es "una capital de aire mediterráneo al pie de los Alpes eslovenos". Una ciudad amable, dinámica, sostenible, bohemia, vibrante, verde, romántica. Vienen muchas palabras a mi mente cuando llegan los recuerdos de nuestra parada que duró exactamente dos horas.


Fachadas de Liubliana

Liubliana y su puente triple al fondo

Liubliana

Liubliana
  
Liubliana

Mercadillos en Liubliana

Liubliana
  
Liubliana

A lo lejos, el Castillo de Liubliana

Liubliana, nombrada Capital Verde Europea en 2016

Rincones con encanto en Liubliana

Y es que en esas dos horas, caminamos a orillas del río Ljubljinica, entramos a la Catedral de San Nicolás con su estilo barroco y cimientos románicos, atravesamos el curioso Tromostovje, compramos souvenirs para nuestras madres, degustamos su cocina urbana en el gran Mercado Central, seguimos la mirada del célebre poeta esloveno Prešeren hasta la pequeña estatua de Julija, la mujer que le quitaba el aliento en sus años mozos y nos dejamos seducir por sus fachadas de color claro con pasado austriaco, sus leyendas de amor y míticos dragones. Como dato de interés, el nombre Liubliana deriva de Luba, que en la lengua eslava significa "amada".



Liubliana

Liubliana
  
Liubliana

Liubliana

Liubliana

Liubliana

Liubliana, ciudad universitaria y vibrante


Pimentones en el Mercado Central
Tomates diferentes en el Mercado Central
Comida en el mercado de Liubliana
Comida en el mercado de Liubliana

El puente de los dragones, Liubliana

El dragón es el símbolo de Liubliana

Nunca falta el puente con candados

Aquí van los candados
Liubliana

Con ganas de quedarnos una noche, dejamos Liubliana con rumbo a Rovinj, la joya de Istriala perfecta estampa de villa romántica a orillas del Mar Adriático.

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