14 días alucinantes en Japón (hace dos años) -Parte 1/2-

By Angelica - 07 febrero

Un día como hoy hace dos años regresamos de Japón (9 de enero, cuando comencé a escribir esta entrada en el blog).  
 
¡Qué ganas de escribir sobre este viaje! Y es que entre la nueva temporada de Cobra Kai (que vimos en menos de dos días a comienzos de 2021), las coníferas de nuestra terraza cubiertas de la nieve que nos dejó Filomena y que me traen recuerdos de Koyasan, la peli Julie & Julia que vimos hace unos días en Netflix donde Amy Adams decide escribir un blog, la obsesión de Emil con su "Shishi Odoshi" de bambú para el jardín zen que hará él mismo y, la dulce espera de Amaia, sentí las ganas de retomar después de más de seis meses y compartir con ustedes nuestro alucinante viaje por la "tierra del sol naciente". 

¿Me dará tiempo de procesar casi tres mil fotos y evocar las memorias de las ciudades fascinantes, templos místicos y bosques de bambú que visitamos, de su deliciosa y variada gastronomía, de las ceremonias de té, de la gente encantadora que conocimos y de las experiencias inigualables que vivimos, antes de que nazca Amaia? Lo intentaré.

Antes de comenzar. Aunque nos encanta(ba) organizar nuestros itinerarios de viajes y planificamos con mucha anticipación (el año pasado perdimos vuelos a Matera, Austria, Ginebra, Cerdeña y Córcega por comprar todos los billetes en Black Friday 2019, además de reservas de hotel en Valencia y Galicia para escapadas en España, sin contar con una pandemia mundial que anularía todos nuestros planes en 2020...), decidimos viajar a Japón en noviembre 2018 y nuestro vuelo salía de Málaga el 25 de diciembre, íbamos justitos de tiempo y afortunadamente contamos con la ayuda de Oli, quien es un verdadero friki de la planificación y nos pasó su itinerario de 20 días en Japón incluyendo mapas, estaciones de tren, hoteles, lugares de interés y mucho más. Nos ayudó muchísimo. También contactamos con Fernando, un amigo de Mar que vive en Tokio desde hace unos años, quien nos dio su perspectiva "local" y nos dedicó tiempo y cariño pese a sus ocupaciones. ¡Gracias a ambos! Ojalá esta entrada también sirva de inspiración a otras personas.

Comenzamos. Día 1 en Tokio, explorando Shinjuku.

Salimos el 25 tempranito de Málaga, volamos con Air France a París y de París a Tokio. Llegamos el 26 al mediodía al aeropuerto. 

Habíamos comprado con anticipación nuestro Japan Rail Pass de 14 días (imprescindible para el transporte en monorraíl desde el aeropuerto de Haneda, trenes y autobuses locales operados por el Grupo JR) y también la SIM card prepago con datos ilimitados durante 16 días. Te los envían vía Fedex y ya estás listo para viajar a Japón. A nosotros también nos tocó pedir visado de turistas. En ese momento, solo teníamos pasaporte venezolano. Recuerdo que nuestra persona de contacto en la Embajada era "José Manuel Gallego" (por si algún día lee esta entrada), súper amable, eficiente y atento. Enviamos toda la documentación vía correo electrónico y solo tuvimos que venir a Madrid (dos años después, vivimos aquí) a estampar el visado en el pasaporte. Toda la info en este link. Muy importante también, la póliza de seguro de viaje. Nosotros la contratamos con IATI, como diría Gilberto Correa "mejor tenerla y no necesitarla, que necesitarla y no tenerla" y más en tiempos de COVID-19. Imagino que ahora es obligatorio.

Una vez en el aeropuerto de Haneda, compramos la tarjeta Suica (monedero electrónico que se recarga para pagar en el metro y en algunos comercios) e intentamos reservar asientos para los trenes que tomaríamos más adelante, pero por las fechas y la alta demanda, no se podían reservar.

Llegamos a nuestro hotel y recuerdo la primera foto que tomé con el móvil: El WC y sus ilustrativas posiciones de "chorritos". Lo que no sabía es que el asiento era calientito al igual que los asientos del metro y el tren. Ahhh, casi olvido mencionar que en los vagones del tren o metro está prohibido hablar e incluso comer (a menos que sea un tren de larga distancia). ¡Bienvenidos a Japón!

Un chorrito para cada necesidad

Decidimos alojarnos en el Hotel Rose Garden Shinjuku por su ubicación y porque estaba bien de precio. La habitación era pequeña pero no necesitábamos más, cuidaban los detalles como las batas de baño y unas esponjitas de baño en forma de flor que ofrecían a diario, además el personal era muy atento.

Como llegamos con hambre, buscamos donde comer cerca del hotel y encontramos un sitio de ramen fantástico, Tatsunoya. Aunque en internet encuentres el nombre "occidental" de los restaurantes, en los locales, el rótulo está escrito en símbolos japoneses. Siempre intentábamos identificar la fachada del sitio, si la publicación tenía fotos. Recuerdo que nos sentamos en la barra al lado de dos chicas de Singapur que nos contaron que viajaban de vez en cuando a Japón, por la comida. Yo haría lo mismo.

 

Ramen en Tatsunoya
 

Exploramos el vecindario, alucinamos con los rascacielos de Shinjuku, caminamos hasta el edificio del Gobierno Metropolitano de Tokio y disfrutamos de sus vistas 360º desde el Mirador Norte. La entrada es libre, solo (en aquel momento) se hacía una fila para pasar el control de seguridad y subir en ascensor. Luego nos hicimos la foto típica con las letras "LOVE" de la famosa escultura del artista estadounidense Robert Indiana y volvimos al hotel.

Shinjuku

Mirador norte del Edificio del Gobierno Metropolitano de Tokio
 

Vistas desde el mirador del edificio del Gobierno Metropolitano de Tokio
 
Vistas desde el mirador del edificio del Gobierno Metropolitano de Tokio
Escultura LOVE de Robert Indiana

Día 2. Ueno, Akihabara y Shibuya.

Con 8 horas en el "futuro" con respecto a España, el jet lag no nos abandonaría quizás en la primera semana. Así que, si algo nos vino bien, fue madrugar para aprovechar cada día.

Habíamos leído aquí que el parque Ueno, el zoológico más antiguo de Japón, cerraba el 28 de diciembre. Así que el 27 era el día para conocer a Ri Ri, Shin Shin y la cachorrita Xiang Xiang, la familia de osos pandas gigantes. Llegamos súper temprano y desayunamos en un Starbucks mientras esperábamos la apertura del zoo. Un matcha latte no podía faltar para comenzar el día.

Parque Ueno

La familia de Osos Pandas gigantes

¿No son adorables?

Un poco más cerca 

El parque es gigante, así que solo vimos lo que más nos llamó la atención (se hace cola para ver a los pandas) y de allí nos fuimos a callejear por Higashi-Ueno y Yanaka, uno de los barrios más tradicionales de Tokyo.







Ese día comimos en Yamabe Okachimachi, un recoveco muy auténtico enclavado en el mercadillo de Ameyoko. Probamos la especialidad de la casa, el tonkatsu, una deliciosa milanesa de cerdo empanada. Se me hace agua la boca. Luego nos comimos un cremoso helado de té matcha en alguna tienda del mercado, lo que se convertiría en nuestra nueva adicción cada día. 
 
Tonkatsu en Yamabe Okachimachi
 

 
Nuestra nueva adicción: helados cremosos de matcha
 










 
 

 
Callejeamos por Chiyoda, pasamos por el templo sintoísta Kanda Shrine, vimos japoneses obsesionados jugando pachinko y caminamos hasta la avenida principal en Akihabara para echar un vistazo y curiosear desde afuera algún "maid café", ya que dicen que el mejor día para visitar el barrio de la electrónica y el anime es el domingo, nos comimos una mini cheesecake de matcha en Pablo, una cadena que se ha extendido por el mundo y de allí tomamos el tren hasta Shibuya.






 
Akihabara
 
Akihabara


Japoneses jugando pachinko

Mini cheesecake de matcha en Pablo

Justo al salir de la estación tuvimos nuestro primer encuentro con Hachikō, una estatua que conmemora al famoso perro japonés de raza Akita, que esperó pacientemente a su amo durante al menos 10 años después de su muerte en el mismo lugar donde lo recibía cada tarde al volver del trabajo. Conmovedor. 

Hachiko, perro fiel
 

Atravesamos el paso de peatones más transitado del mundo (según cifras "pre-COVID", aproximadamente 2.500 peatones lo cruzan cada vez que el semáforo se pone en verde), entramos al icónico centro comercial Shibuya 109, nos perdimos en las calles de este barrio de moda y gente joven y finalmente cenamos en Genki Sushi, uno de los sitios que nos recomendaron Oli y Carola, donde los camareros han sido sustituidos por cintas transportadoras que se detienen en el lugar exacto para entregar tu orden. Sushi "low cost" para disfrutar una experiencia diferente.

 
Shibuya


Genki Sushi

Genki Sushi

 

Genki Sushi

Chorritos incluso en los baños públicos, este era en un centro comercial

Nos fuimos a descansar y al día siguiente, a por más.

Día 3. Kamakura y Enoshima.

Madrugamos y tomamos un tren muy temprano a Kamakura. Como casi todos los templos abren a partir de las 8h00, nos bajamos en la estación Kita-Kamakura y caminamos para buscar dónde desayunar. Lo único que encontramos abierto fue un konbini o "tienda de conveniencia" Family Mart y nos tomamos un matcha latte y un par de nikuman o bollitos rellenos hechos al vapor. Recargamos las pilas y visitamos el primer templo del día.

Matcha latte de máquina y nikuman, desayuno perfecto (y barato)
 

Seguimos casi a rajatabla el plan de Oli:

Engakuji, es el templo principal de la escuela Rikai de Budismo Zen, fundado por Hojo Tokimune en el año 1282. Llaman la atención la puerta Sanmon, la gran campana del templo y el monumento al Sensei Funakoshi, creador del Karate moderno.

Kenchoji, es el templo principal de la escuela de Kenchoji dentro de la secta de Rikai del Budismo Zen y fue fundado por Hojo Tokiyori en 1253. Es uno de los templos Zen más viejos de Japón, y el primero en Kamakura. La campana del templo (Bonsho) ha sido designada tesoro nacional. Subimos la colina para apreciar las bonitas vistas del Monte Fuji y de la ciudad.

Tsurugaoka Hachimangu, es el santuario más importante de Kamakura. Fue fundado por Minamoto Yoriyoshi en 1063 y está dedicado a Hachiman, dios de la familia de Minamoto y del samurai en general.

























 









Un restaurante de arroces en Kamakura




 

Yo pensando si así quedará el jardín japonés que construirá Emil en nuestro patio...

 
De allí nos fuimos al bosque de bambú en Jomyoji, disfrutamos de una taza de té matcha y volvimos (creo que en autobús) a la zona central de Kamakur.





 


Paseamos por su avenida principal Wakamiya-oji y decidimos comer en un restaurancito en la pintoresca calle Komachi-dori. Probamos diferentes cortes de maguro (atún rojo quizás importado de Cádiz) que se deshacían en boca y descubrimos el Chirashi sushi, un plato tradicional asociado a celebraciones.

 

Japoneses visionarios, qué común era verlos con su mascarilla si estaban resfriados para no contagiar a los demás
 
Calle Komachi-dori en Kamakura

 

Rolls de maguro en Kiku Sushi

Chirashi Sushi, ¿el predecesor del poké bowl?


Qué ganas de comer pescado crudo, quizás sea lo primero que haga cuando Amaia nazca

Como siempre queda espacio para el postre, nos detuvimos en algún puesto callejero para endulzarnos la tarde. Emil pidió un helado cremoso de matcha y yo un dorayaki relleno de matcha, aunque lo más típico es que vengan rellenos de anko, una pasta dulce de azuki (judías/caraotas rojas) y de allí cogimos el tren eléctrico (no incuido en el JR Pass) hasta la estación Hase para dejarnos sorprender por Daibutsu, el gran buda de Kamakura con una altura de 13,35m, el segundo más grande de Japón (el más grande está en Nara, lo visitaríamos más adelante) en el templo Kōtoku-in, cuyas edificaciones fueron devastadas por las olas de un tsunami al final del siglo XV. 

Helado cremoso de matcha y dorayaki, casi una panqueca, pero más "durita"
 

El gran Buda de Kamakura, el segundo más grande de Japón


De allí nos fuimos al templo Hasedera, con sus preciosos jardines, vistas y su estatua de Kannon, la diosa de la misericordia/clemencia, de 9,18m de altura y sus 11 cabezas.
 






 

 





En algún momento nos comimos una tortita callejera que parecía casabe y de allí cogimos un autobús hasta Enoshima, la preciosa isla del dragón. Una de las recomendaciones de Fernando.


 

Autobús a Enoshima


Ya caída la noche, disfrutamos de la increíble iluminación en los jardines de Samuel Cocking, con sus tulipanes de colores, el Sea Candle, el túnel iluminado y una sutil música de fondo que acariciaba tus oídos. Un paseo súper romántico y probablemente las luces de Navidad más bonitas que hemos visto hasta ahora.


Sea Candle






 

Día 4. Excursión al Monte Fuji.

Nos despertamos muy temprano (como de costumbre) para tomar el tren hasta la estación Shin-Fuji, donde nos activamos con un matcha latte calientito con vistas al Monte Fuji.

 

Habíamos contactado con Alex de Turismo Victoria, con quien echaríamos el día en su van con dos turistas chilenos y dos mexicanos, haciendo paradas en los siguientes maravillosos lugares alrededor del Monte Fuji:

  • Las Cataratas de Otodome y Shiraito y sus hilos de agua reflejando un precioso arcoiris
  • Aokigahara Jukai, también conocido como el "bosque de los suicidas" ya que tristemente es el enclave favorito de los japoneses que deciden acabar con su vida sin dejar rastros (más barato, limpio y honorable que lanzarse en las vías del tren)
  • Las cuevas del viento
  • Las cuevas de hielo
  • La villa ancestral de Iyashi No Sato, donde comimos un típico yaki udon y tomamos té alrededor de una mesa kotatsu (una especie de brasero/mesa camilla en España) con una encantadora sobreviviente del deslizamiento provocado por un tifón en los años 60
  • Chureito Pagoda, símbolo nacional con su pagoda de 26m de altura (aunque me gustaría verla en primavera con la sakura en plena floración)
  • Lagos: Motosu, Shoji, Saiko, Kawaguchi, cada uno más bonito que el otro
 
Preciosas cataratas de Otodome y Shiraito





Dos chilenos, dos venezolanos, dos mexicanos y un guía peruano en Japón


Close-up del Monte Fuji

Bonito por los cuatro "laos"
Cueva de hielo


Mini recorrido por uno de los senderos señalizados en Aokigahara Jukai


Típico yaki udon en la villa ancestral de Iyashi No Sato

Típico yaki udon en la villa ancestral de Iyashi No Sato


Villa ancestral de Iyashi No Sato

Tarde de té en una mesa kotatsu

¡Encantadora!

Chureito Pagoda, símbolo nacional de Japón

Yo tomando la foto anterior...
 

¡Recomendado! Curiosamente unos meses después, Alex salió en el vídeo del bloggero mexicano Luisito Comunica en su visita a Aokigahara Jukai. Aún mantengo contacto con él por Instagram y con Jessica, la mexicana guapísima que conocimos en el tour (y su marido) quien también está en la espera de una linda princesa llamada Valeria.

Alex nos dejó al final de la tarde en la estación de tren y ya caída la noche, exploramos un poco más nuestro barrio, Shinjuku y acompañamos un par de cervezas japonesas con brochetas japonesa "yakitori" en un pequeño izakaya o "bar de tapas japonés" llamado Tori Tamura. Comimos sentados en el suelo de tatami y lo único que no nos gustó, fue que la gente podía fumar en el interior lo cual nos pareció desagradable.

 

Shinjuku de noche

 

Shinjuku de noche



Callejas de Shinjuku de noche


Yakitori en Tori Tamura

Yakitori en Tori Tamura

Yakitori en Tori Tamura

Yakitori en Tori Tamura

Par de cerves en Tori Tamura

Día 5. De frikadas japonesas, gyozas y vistas alucinantes en Yokohama.

30 de diciembre. Quedamos con Fernando en la estación cerca del Santuario sintoísta Meiji, quien, pese a sus ocupaciones, hizo un hueco para conocernos en persona y compartir su perspectiva local súper interesante de andaluz viviendo en Tokio.

¡Al fin conocimos a Fernando!

Ofrendas

Ofrendas



Fernando nos contó algunas frikadas sobre la cultura japonesa que desconocíamos. Nos hizo un tour a pie por el vibrante barrio de Harajuku, recorrimos su famosa Takeshita Street, hablamos sobre la obsesión de los japoneses por echar horas extra en el trabajo, de su fascinación por la moda y la cultura kawaii, vimos algún curioso "café de gatos" (sí, literalmente un sitio donde pagas por tomarte un café y acariciar algún gato...) y probamos las mejores gyozas de Tokio en Harajuku Gyoza-Ro

 

 

 

Harajuku

 


No sé si lo han notado, pero en Japón, los restaurantes son "especializados". Si quieres comer gyozas, vas a un bar de gyozas. Si el sitio es de sushi, solo venden sushi o si es de ramen, solo ramen y así. Ese invento de "japos" donde consigues de todo es una adaptación occidental para ofrecer un menú más variado. Nosotros lo descubrimos estando allí y nos encantó el concepto. De hecho, lo hemos visto en ciudades como Düsseldorf, donde se encuentra la mayor comunidad japonesa de Europa e incluso en Madrid.


Harajuku Gyoza-Ro


Harajuku Gyoza-Ro

Harajuku Gyoza-Ro

Terminamos nuestro paseo con Fernando en Ginza, la "quinta avenida de NYC" en Tokio. Vimos edificios extravagantes, tiendas de lujo, el famoso edificio Sony y finalmente Emil y yo tomamos el tren hasta Yokohama, la segunda ciudad más grande de Japón.

 

Una vez en Yokohama, nuestra primera parada fue Chukagai, el "Chinatown" más grande de Japón. Con sus imponentes y coloridas puertas chinas, sus templos, tiendas, farolillos rojos, dragones suspendidos en el aire y más de 200 restaurantes. No podíamos irnos sin probar su gastronomía, así que pedimos unos xialongbao que estaban deliciosos, pero súper calientes. Recuerdo que al morderlos, sentías una explosión líquida de sabores.


Xialongbao en Chukagai
Chukagai



Sobre las 17h00 nos fuimos a la zona Minato Mirai con sus luces, el Queen's Square con su futurista escultura metálica y la Landmark Tower (el segundo rascacielos más alto de Japón con 296m de altura, tras el Harukas 300 en Osaka).

En tan solo 40 segundos, subimos al Sky Garden, un observatorio ubicado en la planta 69 de esta torre emblemática, mediante el cuarto ascensor más rápido del mundo (45 km/h). Las vistas simplemente alucinantes.

Vistas de Yokohama desde el Sky Garden

Vistas de Yokohama desde el Sky Garden
 

Al bajar, cenamos en Shake Shack evocando memorias de nuestro viaje a NYC y de allí a nuestro hotel en Shinjuku.

Hamburguesas de Shake Shack en Yokohama, ¿por qué no las hay en Madrid?

Día 6. Nochevieja lejos de la familia.

Dejamos el templo Sensō-ji, el más antiguo de Tokio, para el último día del año. Atravesamos la impresionante puerta Kaminarimon y nos dejamos perder en el corazón de Asakusa, uno de los barrios más tradicionales de la ciudad.


Recuerdo que, de camino al templo, nos comimos un esponjoso "melonpan" de corteza crujiente y azucarada, en la animada calle comercial Nakamise. ¡Muy rico! Como curiosidad, los hemos visto en Ageyoka en Madrid, aunque su especialidad son las brochetas kushikatsu típicas de Osaka.






Melonpan

Aunque en Japón no se celebra la Navidad, el Fin de Año es una celebración familiar, envuelta en tradiciones y espiritualidad. Se visitan los templos budistas y sintoístas, para conmemorar el fin de un año y el comienzo del otro. En el caso de los templos budistas, se hacen sonar 108 campanadas que representan los 108 pecados terrenales que se limpiarán en año nuevo. También se compran amuletos, se decora con kadomatsu (un arreglo de bambú y pino que se coloca en las puertas), se cena Toshikoshi soba (fideos largos que simbolizan la longevidad del nuevo año), se hace una limpieza exhaustiva (osoji), se preparan y se comen mochis y muchas tradiciones más.

De Asakusa nos fuimos a Ginza y cogimos nuestro ticket en Sushi no Midori. Nos pareció innovador el sistema de "reservas" y en lugar de quedarnos esperando que nos llamaran, dimos una vuelta y aprovechamos de recorrer un poco más los alrededores. La espera valió la pena, fue probablemente el mejor sushi del viaje.

Nos encontramos a Godzilla en Ginza


Krispy Kreme, grata sorpresa

Emil frente a Sushi no Midori. Había una máquina de té y algunas sillas para hacer la espera más agradable

La mejor anguila que se ha comido Emil

Nigiris generosos y de calidad

Después de comer, fuimos a nuestro hotel a refrescarnos. Habíamos reservado en Cafe Legato para cenar y recibir el año nuevo en un ambiente más internacional (guiri total) con música latina en directo.

Cena de Nochevieja en Legato

Cena de Nochevieja en Legato

Cena de Nochevieja en Legato

La última foto que nos tomamos juntos en 2018

Cena de Nochevieja en Legato
 

La cena estuvo correcta y justo antes de las 12, mientras repartían los cotillones, nos avisaron desde Caracas que la abuelita de Emil había muerto :-(

Pedimos la cuenta sin esperar el "Happy New Year" y nos fuimos a nuestro hotel, para llamar a la familia y elevar una plegaria por el descanso de Mamaíta.

Al día siguiente haríamos check-out y tomaríamos un tren muy temprano con destino a la ciudad imperial de Kyoto.

¿Qué nos faltó ver en Tokio?

Nos faltaron muchas cosas, tuvimos que descartar varias actividades porque no nos llamaban la atención o por falta de tiempo (y dinero jeje). Por ejemplo:

  • Comer en algún restaurante con estrella Michelin, siendo Tokio la ciudad con más estrellas Michelin del mundo con 226 restaurantes galardonados (en 2020). Por cierto, ¿sabías que, tras 12 años, Michelin retiró las tres estrellas al famoso restaurante de Sukiyabashi Jiro, ya no admitía reservas de todos los clientes?
  • Tomarnos un ramen en la calle subterránea "Tokio Ramen Street" en Tokyo Station 
  • Visitar el Kōkyo o Palacio Imperial de Tokio
  • Madrugar para visitar el antiguo mercado Tsukiji, la mayor lonja de pescados del mundo. Aunque dicen que aún se pueden visitar algunos de los restaurantes más clásicos, perdió su encanto cuando fue trasladado al nuevo mercado de Toyosu que abrió sus puertas el 11 de octubre de 2018 con un concepto muy diferente, aunque eficiente para los trabajadores, con muy poco atractivo para los turistas
  • Visitar Odaiba, la isla artificial de Tokio. En esta zona se encuentra la réplica de la Estatua de la Libertad, el Rainbow Bridge, el centro comercial DiverCity con con su Gundam a escala real (un robot gigante japonés), el Oedo Onsen Monogatari, un onsen natural masivo con zonas de ocio, coger la línea de metro Yurikamome (sin conductor), entre otras atracciones
  • Dedicar más tiempo a perdernos por las calles de sus barrios más tradicionales
  • Visitar Shin-Okubo, el barrio coreano más grande de Japón y comer costillitas coreanas
  • Curiosear en el barrio rojo de Kabukicho con sus "love hotels" y establecimientos de entretenimiento solo para adultos o visitar alguna de las tiendas "Burusera" (o máquinas expendedoras) donde venden ropa interior femenina usada...
  • Cantar en un karaoke
  • Comprender mejor el mundo de los "idols 
  • Visitar una fábrica de sake local y hacer una cata (realmente creo que no tomé sake en todo el viaje)
  • Pasar una noche en un hotel cápsula
  • Ver alguna obra en el Teatro Kabuki
  • Ver algún torneo o entrenamiento de Sumo, el deporte nacional de Japón 
  • Comer en Robot Restaurant
En fin, ¡tendremos que volver!

Echa un vistazo a estos vídeos y no te pierdas la parte 2 de la entrada:
 

 
 
 
 
 




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3 comentarios

  1. Fabulosoooooo!!!! Me encantó. Ciertamente alucinante como comentas..

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